*Entrevista realizada en septiembre de 2013.
Otro soltero en el poder. El jefe delegacional de Cuajimalpa apenas tiene 36 años y ya está al frente de 44 colonias y poco más de 186 mil habitantes. Sentado en el restaurante El Cardenal —de la calle de Palma, en el Centro Histórico—, el representante de la única demarcación priista de las 16 delegaciones del DF nos habla sobre su poligamia política, del padre Marcial Maciel, de su relación con Carlos Salinas de Gortari y, sobre todo, de mujeres y traiciones.
Ahora resulta que todo el mundo es chef. ¿Tú le entras a la cocina?
La verdad es que no, eso no se me da. No soy bueno para cocinar.
Si no eres bueno para el metate, supongo que eres bueno para el petate.
¡Ése es mi caso!
Veo que todavía no te casas.
Pues no, aunque hay días que la paternidad me anima a tomar la decisión de buscar hijos. Me mueve más ser papá que casarme.
¿Le hace falta una primera dama a Cuajimalpa?
Yo creo que sí porque le dedico el cien por ciento de mi tiempo a mi trabajo y con una pareja sería diferente. También para que mis muchachos descansen un poco más. Hasta los sábados y domingos les estoy dando lata.
¿Neta no sales de reventón los fines de semana?
De antro no. No me gusta el trago. Me aburre un poco, pero eso es desde siempre.
De perdida irás de cacería, a ligarte a alguien, ¿no?
Antes sí. A partir de que tomé el cargo de jefe delegacional ha sido más complicado porque ya no es la figura que a mí me gustaría ver. Imagínate al delegado en el antro viendo a quién se liga. ¡Está cabrón!, ¿no? No te miento, sí me gustan las «niñas». Me gustan mucho.
Ah, caray, ¿las niñas? ¿Como de qué edad estamos hablando?
Más chicas que yo: de 23 a 30 años. Ya muy chavitas tampoco, conozco la ley.
¿Es cierto que una vez te tortearon durante un recorrido en tu campaña para delegado?
¡Miles! Era parte de lo cotidiano. Pero hubo unas torteadas fuera de contexto. Bien metida la mano.
¡Órale! ¿Por adentro del pantalón?
¡Sí, por adentro y con apretón incluido!
¿Y qué se hace en esos casos?
¡Pues sonríes, cabrón! Quieres el voto, ¿no? ¿Y sabes qué es lo más curioso de todo? Son jóvenes, niñas jóvenes.
¿Cómo es tu mujer ideal?
Me gustan rebeldes. Así es el estereotipo que siempre he tenido en mi vida. Me atraen las mujeres extrovertidas, inclusive un poco conflictivas. Rebeldes en casa, no con causa.
¿Será porque son tu antagónico?
Fíjate que yo soy igual. Me gustan los deportes extremos: el paracaidismo, el buceo, el rappel, entonces el círculo de niñas con las que me relaciono tiene que ser un poquito así. Me encantan las mujeres que dicen: «No me importa perderlo todo, pero vamos a ver qué pasa». Así soy yo y para poder tomar esas decisiones se necesita una mujer que piense igual.
¿Estás de acuerdo con eso del «poliamor»?
Es difícil, porque no hay que hacer lo que no le gustaría que le hicieran a uno. Cuando se trata de romper corazones sí es un tema muy injusto. Creo que el karma se regresa.
¿Y por qué un político como tú sí se puede casar con el PAN y luego serle infiel con el PRD y terminar con el PRI?
Como todo en la vida, uno va tomando decisiones. Cuando empecé mi carrera política las condiciones eran ésas. Mi interés era entrar en el PRI pero las circunstancias me fueron llevando a otro partido.
¿Cómo podrían confiar los votantes en alguien que no tiene estabilidad política?
Sí tenía estabilidad porque el tema ideológico emana precisamente de ir conociendo las diferentes fuerzas políticas. No se puede descalificar si no se conocen. Hoy conozco las tripas del PRD y me queda claro que no es con lo que simpatizo. Quizás hable de más, pero lo estamos viendo con Miguel Ángel Mancera, un jefe de gobierno que a la fecha no se dice perredista porque conoce esas tripas.
A mí se me hace que más bien estás esperando a que alcance su registro el Wikipartido para ir tras un puesto enarbolando esa bandera.
Estoy contento, la verdad no me pienso cambiar de partido. Me convence ser la oposición en el gobierno de la ciudad.
¿En qué momento se te despertó el gusto por la política?
Desde que estaba en la Facultad de Derecho en la Universidad Anáhuac. Tenía 21 años, estudiaba el segundo semestre de la carrera y entré como pasante al despacho Raúl F. Cárdenas Rioseco donde llevamos el tema de los delitos económicos del ingeniero Raúl Salinas de Gortari. No tardé mucho en desmotivarme del derecho penal.
¿Influyó el personaje al que defendían para que te desmotivaras?
No, más bien influyeron las formas en las que se llevó el proceso. El ingeniero Salinas de Gortari, la verdad, es un tipazo. Reconociendo su lado humano es una buena persona. Tuve la oportunidad de conocerlo, a toda la familia. Es más, quienes me impulsaron a ser candidato a Jefe Delegacional por Cuajimalpa fueron dos personas: Arturo Escobar (actualmente coordinador del Partido Verde en la Cámara de Diputados) y el licenciado Carlos Salinas de Gortari, a quien conocí junto con su hermano cuando trabajé en ese despacho.
¿De qué manera contribuyó Carlos Salinas de Gortari para que te quedaras? ¿A quién le llamó? ¿Cuánta lana puso?
No fue ni lana, ni que él llamara a alguien. Más bien fue motivarme diciéndome: «No te vamos a dejar solo, vente para acá». Me acercó con diferentes actores políticos que tomaban las decisiones.
¿Con quién, por ejemplo?
Con Arturo Escobar, con el Niño Verde (Jorge Emilio González Torres), con Beatriz Paredes, con María de los Ángeles Moreno, con Manlio Fabio Beltrones y con el mismo Fernando Castro Trenti. En aquel entonces, cuando ellos me ayudaron en el proceso electoral, siempre estuvo él (Carlos Salinas) moviendo las piezas para que las cosas salieran bien. Él me presentó con el presidente Enrique Peña cuando todavía era gobernador del Estado de México. Es gente que ayudó de manera importante en mi futuro.
¿Y Carlos Salinas te decía: «Tú tienes madera de político»?
No, de hecho él me decía que no sabía en lo que me estaba metiendo. Yo me considero cercano a él, creo que me tiene cariño. Ahora tengo un gran reto porque han confiado mucho en mí.
¿Es la razón por la que no te cambiarías de partido?
Esto es como el marido fiel que lo engañan y lo engañan, y de repente se encuentra a una gran mujer. Pendejo sería yo ahorita en decir: «Voy a engañar a la buena mujer, a la que ha estado ahí siempre, a la que me ha demostrado desde la secundaria que me amaba». Para mí es un ejemplo muy claro, siempre estarán ahí, nunca dejaron de estar, y quizá por conveniencia política o por circunstancias electorales nunca pude ser candidato del PRI hasta ahora. No sólo no me dejaron solo, sino que jugaron en contra. Entonces no voy a pintarle el cuerno a mi partido.
¿Eres una persona religiosa?
Soy un católico muy mesurado.
¿Cómo son los católicos mesurados?
En mi caso creo en Dios, pero no voy a misa. Mi comunicación con él es personal, no necesito ir a un templo para rezarle.
¿Te has comunicado vía Twitter con Dios?
Sí, pero no me ha contestado.
A lo mejor lo estás arrobando equivocadamente.
Es muy probale… Además estudié en escuelas de Legionarios de Cristo toda mi vida (desde el Instituto Cumbres hasta la Universidad Anáhuac.)
¿Cómo viviste todo ese proceso de la desmitificación del padre Marcial Maciel?
La verdad me importó muy poco. Nunca fui fanático. Entiendo que hay familias para las que el padre Maciel era casi un Santo, pero no era el caso de la mía.
Entonces se sentaban a comer y no bendecían los alimentos en el nombre de «Nuestro Padre», como se le conocía a Maciel.
No, ni en el nombre de él ni de Dios. De por sí la convivencia familiar siempre ha sido muy chusca. En Navidad es la única fecha que hacemos una oración antes de comer.
¿Conociste personalmente a Maciel?
Lo habré visto una o dos veces en la Basílica. Al final, qué bueno que lo cacharon, qué bueno que hoy en día se cayó esa imagen. Creo que hasta les sirvió a los Legionarios para poner orden con los padres que tienen. Siento que ya eran demasiado fanáticos del padre Maciel. Ya hasta hacían estampitas y te daban su oración.
¿Y qué te parece el tema de las consagradas y los seminaristas?
Eso se me hace una locura. Le dedican la vida a Dios y no les permiten casarse, ni vivir el amor de verdad. No lo entiendo, como si a Dios verdaderamente le importara eso. No me hace clic que no te puedas casar y no puedas tener hijos si una de las cosas más hermosas es procrear, verte reflejado en tus hijos. Conozco a muchos de ellos y son muy buenas personas pero creo que podrían hacer una gran labor sin la necesidad de frustrarse por no poder echarse un palito.
El otro día vi unas fotos muy simpáticas donde apareces vestido de militar estadounidense.
Sí, estuve en una escuela en Estados Unidos. En San Diego, California. Esa imagen la utilizó el PRD para pegarme durante la campaña a delegado.
Yo pensé que estabas en una fiesta de disfraces.
No, pero además, en esas fotos, tenía 18 años. En esa escuela aprendí a tirar y ahora soy buen tirador. Apenas acabamos de jugarnos, en una apuesta con el director general de seguridad pública, el descuento de los policías y le gané al que lleva 35 años en la policía.
¿Donde pones el ojo pones la bala?
Pues me gusta el tiro, no me gusta la cacería. Nada de lastimar a nadie. Pero me gusta el tiro.
¿El tiro por la culata?
¡No!, ¿qué paso? Ese nunca me ha salido por ahí.
¿Alguna vez has ido a un antro gay?
No.
¿Y has tenido que dar mordida para agilizar un trámite?
Tampoco.
Pero sí te han dado mordida a ti, ¿no?
Mordida no, como te comenté, solamente me han torteado muy cañón.