No está negada al botox ni a ningún otro tipo de “arreglito” que se pueda requerir en caso de emergencia en el futuro. Para Polimnia Romana Sierra Bárcena (Ciudad de México, 1976), pedirle a una mujer que no haga nada para mejorar su aspecto, es como pedirle que no use lápiz labial por temor a transformase. Por ello desde 2014 decidió reinventarse. «Comencé por hacer dieta rigurosa y sobre todo practicar ejercicio para bajar de peso». Con 15 kilos perdidos a lo largo de un año, la candidata de la alianza PRI-PVEM para la jefatura de la delegación Álvaro Obregón concede esta entrevista para Cuna de Grillos en la que habla de amores, desamores, traiciones y, sobre todo, de los retos que ha tenido que enfrentar como política y como mujer para llegar hasta donde está.
Desde 2014 Polimnia se sometió a una dieta rigurosa así como a rutinas de ejercicio con lo que ha logrado bajar poco más de 15 kilos de peso. / FOTO: Cuna de Grillos.
LA ARAÑA TREPADORA
A finales de marzo de 2015 Polimnia Romana levantó la ceja de la clase política mexicana y de la sociedad civil cuando anunció su salida del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y firmó su candidatura a Jefa Delegacional de Álvaro Obregón, por la alianza del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). En seguida se le fue encima una avalancha de comentarios en las redes sociales en contra de esta decisión. De todos ellos hubo uno que se quedó tatuado en la memoria de Sierra Bárcena: «Eres una araña trepadora», le arrobaron en su cuenta de Twitter ().
La lectura de este tuit hizo que Romana recordara sus orígenes. Aquellos días de su infancia cuando vivía en Chicoasén, en el estado de Chiapas, donde su principal entretenimiento era jugar precisamente con arañas, alacranes y demás insectos. Lo de “araña trepadora” –dice Polimnia durante la conversación– le recordó la rebeldía que ha tenido desde niña y que, de alguna forma, la ha hecho una especie sobreviviente a circunstancias difíciles de la vida. “No soy trepadora. Araña sí y, a veces, muy venenosa”.
José Luis, el padre de Polimnia se convirtió en su héroe y mayor protector / FOTO: Cuna de Grillos.
LOS AÑOS MARAVILLOSOS
Polimnia nació el 28 de diciembre de 1976 en la Ciudad de México, pero debido al trabajo de su padre, José Luis Sierra Ortega –a quien le encomendaron la administración de la obra de la presa hidroeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad en Chicoasén, Chiapas– ella y su madre, Patricia Bárcena Molina dejaron la gran ciudad y ahí, rodeada de la flora y fauna de la selva chiapaneca fue donde transcurrió su infancia. Durante esa etapa se despertó el amor de Polimnia por los animales, pasión que no tendría caducidad pronta.
Polimnia –de quien su nombre hace alusión a una de las musas de la mitología griega, la de la poesía– tuvo una infancia prácticamente rural, pues según recuerda, en aquellos tiempos su mayor diversión era perseguir pollos y guajolotes, agarrar insectos y jugar con la tierra. No temía meter las manos al lodo y ensuciarse, hecho que la propia Romana ironiza con su trayectoria política.
Sus primeros años académicos los cursó en la escuela pública de Educación Especial Número 1, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, que doña Patricia, su madre, fundó con otras maestras debido a que no existía un espacio educativo para las personas con deficiencia auditiva.
Romana creció en el seno de un matriarcado, por lo que no era de extrañarse que fuera, además de inquieta, extrovertida y atrevida. “Siempre me gustó opinar y levantar la voz. Mi mamá no sabía qué hacer conmigo porque nunca me quedaba quieta, tenían miedo de dejarme sola y de que no hiciera ruido porque sabían que algo estaba haciendo”.
A Romana el amor por los animales le nació durante su infancia en Chiapas / FOTO: Cuna de Grillos.
José Luis Sierra fue el mayor consentidor de su primera hija y para nadie era un secreto que era la consentida. Se convirtió en la única imagen de protección y fuerza para ella. “Conforme fui creciendo me di cuenta que mi papá quería tener un niño y entonces empecé a hacer cosas de hombres, quería jugar a la pelota, al fútbol y otras actividades con la intención de quedar bien con mi papá y cuando me enseñó a jugar softbol, quería ser la mejor para que él estuviera orgulloso”. De ahí que éste último deporte se convirtiera en el que la acompañaría por el resto de su vida, incluso ahora, en la apertura de su campaña a Delegada.
Polimnia arrancó su campaña rumbo a la Delegación Álvaro Obregón con un partido de Softbol/ FOTO: Cuna de Grillos.
EL ARRIBO DE CUPIDO
Cuando Polimnia rondaba los ocho años de edad, sus padres y sus dos hermanas menores Valentina y Bárbara regresaron a vivir al Distrito Federal y se instalaron en una casa en la colonia Arboledas, al norte de la Ciudad de México. Ahí, los Sierra Bárcena inscribieron a Romana en La Salle de Hacienda Arboledas donde cursó desde tercero de primaria hasta finalizar la secundaria y, como buena niña inquieta, “me saltaba la barda de la escuela para ir a jugar en el terreno baldío que estaba atrás”.
Mientras Polimnia estaba en el tercer año de secundaria tuvo su primer acercamiento con el amor. Conoció a un adolescente de su edad llamado Gerardo con quien intercambiaba cartas y, como lo ameritaban la hormonas en turno, también sus primeros besos. Obviamente Gerardo fue su chambelán en su fiesta de XV años.
Debido a que era hiperactiva, los padres de Polimnia le buscaban actividades extraescolares como ballet, gimnasia y natación. / FOTO: Cuna de Grillos.
Debido a su rebeldía, la madre de Polimnia decidió inscribir a su hija en la preparatoria de la Academia Maddox, la cual forma parte de la Red de Colegios de la Legión de Cristo. Doña Patricia Bárcena confiaba para sus adentros que esta institución religiosa, a puerta cerrada y con horarios de ocho de la mañana a tres de la tarde ayudarían a alinear el carácter de su primogénita quien, por las tardes, acudía a tomar clases de inglés y tenis. El objetivo era mantenerla ocupada pero, con todo y sus actividades, Polimnia buscaba tiempo para rescatar animales de la calle y, a pesar de que lo tenía prohibido por su madre, tener novios.
En el Colegio Maddox, Polimnia comenzó a tener dotes de política pues le encantaba participar en debates / FOTO: Cuna de Grillos.
UNA BODA SECRETA
Para cuando llegó el momento de que estudiara la licenciatura sus padres querían que se matriculara en alguna institución privada, pero en aquel entonces no se impartía la carrera de Veterinaria en las universidades particulares de prestigio, por lo que, a escondidas, Polimnia Romana presentó el examen de admisión a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Para su fortuna fue admitida en la Facultad de Estudios Superiores (FES) de Cuautitlán. Oficialmente ya era «Puma». Al señor y a la señora Sierra no les quedó otra opción más que apoyarla.
Fue precisamente en las aulas universitarias donde Polimnia conoció al hombre que conquistó su corazón: Omar Solís, un joven en proceso de convertirse en veterinario que la cautivó desde el inicio. “Nos enamoramos mucho, fue un amor muy arrebatado, muy pasional. Nos ganó la emoción y cuando me pidió que nos casáramos le dije que sí. Y sin más, un día nos fuimos al registro civil y nos casamos a escondidas. Después llegué a la casa y le dije a mis papás que me había casado. Por supuesto que se impactaron, pero ya estaba hecho, así que organizamos una comida para que se conocieran las familias. Año y medio después me di cuenta que no era para tanto”.
Polimnia y Omar incursionaron como emprendedores y abrieron una veterinaria. Fue a partir de entonces que Romana comenzó a descubrir la realidad sobre la desigualdad de género que existe en México, pues recuerda que cuando llegaban los clientes con sus mascotas, ella, vestida de doctora, los recibía y las personas le preguntaban dónde estaba el médico veterinario. Al responderles que ella también era doctora, le espetaban que preferían esperar al doctor. «La gente no concebía que también podía haber una doctora que revisara y curara a sus mascotas».
Polimnia y su entonces esposo, Omar Solis, abrieron juntos una veterinaria al norte del Distrito Federal / FOTO: Cuna de Grillos.
LA GACELA QUE MUEVE LA CUNA
Para cuando le ofrecieron entrar a trabajar como asistente de la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, en enero de 2003, Polimnia aún seguía casada con Omar Solís aunque ya era evidente una crisis en su matrimonio. Tras aceptar la oferta del entonces alcalde capitalino, Andrés Manuel López Obrador, Romana se dio cuenta que su proyecto de vida ya no iba a la par con el de su esposo y decidió ponerle punto final a la relación. Firmaron el divorcio.
La joven Sierra Bárcena poco a poco fue aprendiendo el arte de estar detrás del poder, haciendo que las cosas sucedan. En poco tiempo Andrés Manuel la nombró jefa de la unidad de su seguridad personal, la cual estaba conformada por cinco mujeres conocidas como «las Gacelas de AMLO». Dicho sobre nombre alcanzó a Polimnia a quien de inmediato la comenzaron a nombrar también como “Gacela”.
En esos años Polimnia se dio una segunda oportunidad en el amor. Fue cortejada por más de cuatro meses por Roberto Candia, quien luego de ser reportero interno del Gobierno del Distrito Federal se convirtió en político. Candia constantemente la invitaba a bailar. Cuando ella por fin accedió, él le dijo que mejor fueran a cenar porque en realidad no bailaba. Esa fue su estrategia para conquistarla. En 2004 comenzaron una relación formal. Romana, en una entrevista en 2014 para Cuna de Grillos, describió a Roberto como “un hombre sensible, buen hijo” y como el hombre que se convirtió en su gran apoyo durante el tiempo que ella se dedicaba a la coordinación de las giras de Andrés Manuel López Obrador por toda la República Mexicana.
Romana y Candia comenzaron a vivir bajo el mismo techo desde agosto de 2005 hasta finales de 2009. Y a pesar de que existía “una gran chispa” entre los dos, la falta de tiempo para coincidir terminó por desgastar la relación que, según varias fuentes, estaba por llegar al matrimonio. Aunque en un principio hubo una distancia tajante tras la ruptura, casi tres años después volvieron a coincidir como compañeros de trabajo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y comenzaron a tener contacto nuevamente, ya en un sentido distinto al romance. A la fecha, ambos mantienen una relación cordial, de la que muchos de sus amigos y compañeros se asombran, según palabras de la ahora ex perredista.
EL ADIÓS A «EL PEJE»
A lo largo de casi una década Polimnia se convirtió en la sombra de Andrés Manuel. Fue testigo del desafuero de López Obrador, de los controvertidos resultados de las elecciones de 2006, del plantón de Reforma y de la campaña que AMLO hizo durante seis años para contender por la Presidencia de México en 2012. Conforme pasaba el tiempo Romana se dio cuenta que estaba a punto de cerrar su ciclo con el entonces aspirante a Jefe del Ejecutivo. Fue entonces que decidió separarse de «El Peje» –como se le conoce a López Obrador– y postularse por el PRD para ser Diputada Local de Asamblea Legislativa del Distrito Federal por el distrito XXV. Cargo que dejó en los primeros meses de 2015 para contender por la Jefatura de la Delegación Álvaro Obregón.
Romana siempre ha sido asidua a decir las cosas por su nombre. A pregunta expresa si se considera una traidora por cambiar al PRD por el PRI responde con un rotundo ¡no! “Es muy difícil remar contra la corriente de hoy en el Distrito Federal. Una corriente que se llama moche, corrupción y compadrazgo. Siempre he sido una diputada incomoda porque no me quedo callada, porque soy brava. El PRD me traicionó a mí y desde hace mucho». ¿Este cambio fue por sobrevivencia política?–se le cuestiona a la entrevistada–. «Era necesario para poder seguir mi camino, si me quedaba en el PRD me iba a quedar atorada en el lodo, no iba a llegar donde quería llegar y, hasta ahora, el cambio ha sido muy bueno. Estoy contenta. Estoy feliz».
Con la camisa del Partido Verde Polimnia arrancó el 20 de abril de 2015 su campaña a delegada por Álvaro Obregón / FOTO: Cuna de Grillos.