Biografías
Jaime Rochín, del Opus Dei a defensor de los gays.
Todos lo voltearon a ver. En cuanto cruzó las puertas de madera como las que usan en las cantinas Jaime Rochín del Rincón (@Jaimerochin) captó las miradas de los hombres que bailaban con otros hombres y que, con cerveza en mano, contorneaban su cuerpo al ritmo de la canción Macumba, interpretada por Verónica Castro. Había poca luz. Apenas un tímido foco amarillo dirigido a una bola de cristal colgada del techo se reflejaba en las paredes pintadas con los colores del arcoíris. No había ninguna duda. El hombre de las cuatro décadas estaba en un antro gay. Para ser exactos, se encontraba en el Marrakech, el salón de baile ubicado en la calle República de Cuba, en el Centro Histórico de la ciudad de México, que ha adquirido fama por su atractivo concepto kitsch.
Pero no era la primera vez que Jaime asistía al «Marra» –como se le dice al Marrakech– acompañado de un grupo de amigos homosexuales. En los cuatro años de vida del lugar, Rochín del Rincón ha respondido en varias ocasiones a esas invitaciones que sobre todo tienen el objetivo de celebrar algún cumpleaños. “Creo que nunca me había divertido tanto. La primera ocasión fui porque me llevaron unos amigos míos que son gay y luego ya quería regresar por mi propia cuenta acompañado de mi esposa”, comentó entusiasmado el Comisionado Presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas.
El ambiente de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual (LGBTTTI) así como el de otros grupos minoritarios no despeinan ni poquito al político de 45 años que toda su vida estudió en escuelas religiosas. Y es que antes de llegar a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, hizo su carrera de casi 20 años como defensor de los derechos humanos desde distintas instituciones entre las que destaca la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF). Ahí, sentado en la silla de Director Ejecutivo de Seguimiento, Rochín consiguió a través de una recomendación a la Dirección General de Reclusorios del DF que en las cárceles de hombres los reclusos con parejas homosexuales tuvieran los mismos derechos en las visitas conyugales como los heterosexuales.
“Paradójicamente en la ciudad de las libertades los reclusorios están llenos de discriminación”, dice el funcionario, quien explica que hasta hace unos cuatro años atrás, para que una persona homosexual pudiera tener una visita íntima era necesario que comprobara su relación con el reo a través del acta de convivencia, en cambio a un hombre heterosexual no le solicitaban nada. “A mí me tocó ver que el GDF cumpliera esta recomendación y que quitaran cualquier reglamentación que distinguiera de alguna manera las visitas íntimas. Para mí es de orgullo haber logrado que eso se transformara.”
Pero la agenda que ahora tiene Jaime Rochín en el tema de igualdad dista en 180 grados con la que tuvo en sus años universitarios. A cualquiera le tumbaría la quijada al saber que a los 22 años, este hombre de expresivos ojos azules, para titularse de la Licenciatura en Derecho en la Universidad Panamericana (plantel Guadalajara) presentó la tesis: “El positivismo jurídico. Un estudio de sus antecedentes doctrinales”, en la cual, el joven Rochín hizo una crítica férrea al derecho al aborto, al divorcio y al matrimonio entre personas del mismo sexo. “A estas alturas de mi vida yo la quemaría”, señala Jaime no sin antes reconocer que gracias a esa investigación ahora puede darse cuenta de los débiles argumentos que tienen muchos de los políticos que actualmente se manifiestan en contra de esos temas.
BENDITO ENTRE LAS MUJERES
Bajo el signo de Virgo, Jaime se despidió del cordón umbilical y de la panza de su mamá el 10 de septiembre de 1969, en Culiacán, Sinaloa. Jaime Rochín Heredia y su esposa Patricia del Rincón Andrade recibieron con particular entusiasmo a su quinto hijo, que luego de una serie de cuatro niñas (Patricia, María Esther, Rebeca y Cristina) tuvo un consentimiento especial, mas que por ser el menor por ser el único hombre. Una década después llegó la sexta descendiente de la familia, Carla, quien no pudo desbancar del trono a su hermano.
El pequeño Jaime estudió la primaria y la secundaria en el Colegio Sinaloa, dirigido por monjas. “A pesar de que en algunos momentos de mi vida he sido religioso, particularmente esa etapa era más espiritual que religiosa”. En sus primeros años de vida académica la materia que más se le dificultaban era Ciencias Naturales. Al contrario, Ciencias Sociales y Español eran sus favoritas. “Lo que siempre se me ha facilitado es la lectura, me gusta leer y, desde pequeño, cuando estaba en primero de primaria, mis compañeros me decían que yo leía como los de sexto.” En esa etapa Jaime sólo convivía con niños en su escuela. Para cuando arribó a la secundaria ya compartía los salones de clases con niñas.
“Entonces tuve un amor imposible porque nunca me peló. Estuve enamorado de esa niña durante años, toda la secundaria y una parte de la prepa. Se llamaba Lupita”. Contrario a lo que pareciera ahora, en su adolescencia Jaime fue un niño tímido en ciertas ocasiones. Le gustaba hablar en público, pero en otras era muy callado, le costaba trabajo socializar. Eso sí, a la menor provocación entonaba completamente la canción “La de la mochila azul” interpretada por Pedrito Fernández.
–¿Se la cantabas a Lupita?
–No. Me daba pena. Lo que yo sentía era secreto.
–¿Nunca le confesaste tu amor?
Medio en serio y medio de broma una vez le canté: “Como a las once se embarca Lupita/ se va embarcar en un buque de vapor/ y yo quisiera formarle un chubasco y detenerle su navegación”. -¿Eras noviero?No tanto. -¿Y eso? No dudo que de joven hayas sido galán.-Andaba más metido en otras cosas.-¿Por ejemplo?– Pues mira, de entrada a los seis años les dije a mis papás: “quiero ser presidente de México”.
-¿Y te llevaron a un psiquiatra?
No, me sentaron a ver con ellos los informes completitos de José López Portillo. A pesar de que mi familia no se dedicaba a la política, estaba muy politizada.
El TÍO “MAQUÍO”
Efectivamente. El papá de Jaime Rochín era un pequeño empresario gestado desde la cultura del esfuerzo. Tenía un negocio que fabricaba esquineros de madera los cuales personalizaba con el logotipo y nombre de las empresas del sector agrícola, quienes eran sus clientes. La falta de competencia le generó buenas ganancias. La iniciativa privada era lo suyo, pero por el lado de su mamá, Patricia del Rincón, estaban emparentados en segundo grado con Manuel Clouthier del Rincón –mejor conocido como “Maquío” –, un empresario que hizo su debut en la política en 1986, bajo los colores del PAN, como candidato a gobernador de Sinaloa motivado por una “expropiación irregular” de terrenos de su propiedad. Perdió la elección frente a Francisco Labastida Ochoa, del PRI.
La relación de Patricia no era nada cercana con su padre Francisco del Rincón debido a que éste la abandonó a ella y su mamá para irse con otra mujer. “El divorcio de mis abuelos fue el primero del que se tuvo registro en Sinaloa y fue todo un escándalo. La mamá de “Maquío” era hermana de mi abuelo así que se solidarizaron con él y por ello vivimos alejados.”
Sin embargo, cuando Jaime llegó a la adolescencia y se empezaba a despertar en él un interés por la política se acercó con su familia materna y ellos lo recibieron muy bien. El joven tenía como 15 años cuando fue a presentarse con su abuelo Francisco. Le dijo que era su nieto y se dio un reencuentro emotivo. Más adelante, Jaime fue a pedirle a su abuelo que le diera dinero para un viaje a Roma. “Y me lo pagó, yo creo que tenía muchos remordimientos. De ahí en adelante se dio una buena relación que yo fomenté”.
A punto de finalizar la década de los 80’s dos acontecimientos trágicos marcaron la vida de los Rochín: en 1989 “Maquío” perdió la vida en un supuesto accidente automovilístico, luego de haber contendido por la Presidencia de México en las elecciones de 1988, donde le fue puesta la banda presidencial a Carlos Salinas de Gortari, del PRI. “Maquío siempre fue el modelo más claro que tuve a seguir y la imagen más cercana de un hombre convencido de trabajar por los demás”.
Poco tiempo después, a consecuencia del llamado “error de diciembre” de 1994, el papá de Jaime fue víctima de la crisis económica que se suscitó a la salida del sexenio de Salinas de Gortari, lo cual no sólo provocó que el negocio familiar se fuera a la quiebra sino que el patriarca quedó endeudado por años. “Recuerdo muy bien que los intereses bancarios se volvieron impagables. Mi papá fue embargado por los bancos y perdió todo su patrimonio de muchos años.”
Para entonces Jaime ya había terminado la universidad. Tras su paso por el Instituto Chapultepec (del Opus Dei) se matriculó en la Universidad Panamericana, campus Guadalajara –de la misma institución de la iglesia católica que la escuela anterior–. Así que el heredero de los Rochín abandonó su natal Culiacán para irse a vivir primero a un departamento y después a una residencia estudiantil en la perla tapatía.
EN EL NOMBRE DEL OPUS DEI
En sus años de universitario Jaime escuchaba la música de Flans, Luis Miguel, Pandora y Emmanuel, éste último era su hit. En aquella época no iba a bares. Acudía a fiestas en casas de sus amigos. Más que novias formales Rochín tuvo noviazgos cortos. Estaba dedicado prácticamente en cuerpo y alma a la religión. “Me impactó el apoyo y la amistad que había dentro de los grupos juveniles del Opus Dei y me metí muchísimo, así que buena parte de mi ambiente estaba ahí, cercano a la espiritualidad muy intensa”.
El que fuera candidato del PAN a delegado de Cuauhtémoc en 2012, recuerda que en esos años acudía a hacer muchas labores sociales que beneficiaban a los menos favorecidos. Fundó junto con su grupo una organización que se llamaba “Esfuerzo”, con la cual viajaban a Michoacán con los Purépechas y les construían cisternas en sus casas y les daban clases de todo tipo, sobre todo para alfabetizarlos. Aunque el mundo de las prohibiciones también se hacía latente en el ambiente religioso, para Jaime la parte social estaban por encima de las estrictas reglas del Opus Dei. “Con el tiempo descubrí que ese no era mi camino. Y no sólo eso, también me di cuenta que muchas cosas de las que ahí me enseñaron ahora bajo ninguna circunstancia las comparto.”
DEL ACTIVISMO A LA POLÍTICA
Con la llegada del año 2002 Jaime ingresó a la Secretaría de Gobernación como Director General Adjunto de Investigación y Atención a casos, en la Unidad para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. Tiempo después, en 2006, obtuvo el cargo de Investigador en el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género en la Cámara de Diputados. En 2008 fundó el Centro Jurídico para los Derechos humanos, organización de la cual fue Secretario General y en 2009 sumó un cargo más a su currículum vitae: Defensor de las Derechos Politécnicos del Instituto Politécnico Nacional, cargo en el que no pudo concluir el periodo de tres debido a que en 2010, Luis González Placencia, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Distrito Federal lo invitó a trabajar con él.
“No me veo haciendo otra cosas que no sea defendiendo los derechos humanos” me dice Jaime en el café Toscano, vestido con una polo azul y jeans. A pregunta expresa sobre cómo ve el avance que ha tenido el tema de diversidad sexual en el país, el político asegura que «se ha visto reflejado en aspectos como el matrimonio entre personas del mismo sexo y en una mayor apertura en ciertos ámbitos, sin embargo, la mayoría de las personas LGBTTTI siguen siendo víctimas de discriminación, abusos y crímenes de odio, especialmente quienes viven en una mayor pobreza, y esa una tarea que sigue pendiente en el país».
Al preguntarle de qué manera participará lo Comisión que preside en la XXXVII Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual e Intersexual (LGBTTTI), que se llevará a cabo el próximo 27 de junio, Jaime asegura que estará presente en el evento: «Estaremos repartiendo una cartilla que contiene los derechos de la víctimas de discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género.
Luego de más de dos horas de entrevista Jaime Rochín recibe una llamada en su teléfono de parte de su esposa, Úrsula Persson, quien le habla para saber cómo va todo. La mujer que lo ha acompañado en los últimos años es abogada de profesión y, hasta antes de convertirse en mamá de Victoria –actualmente de cinco años– se dedicaba al análisis de responsabilidad civil en una compañía de seguros.
La señora Rochín actualmente forma parte del Observatorio Ciudadano de Seguridad Pública, desde donde está muy al tanto de los derechos en los juicios orales. Según su marido: “A ella no le gusta la política. Más bien le gusta criticar a los políticos”.