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El «hacker» de Enrique Peña Nieto
Si Enrique Peña Nieto pensaba que la Casa Blanca sería el mayor escándalo de su sexenio como Presidente de México, la revista estadounidense, Bloomberg Businessweek, comprobó que no, pues este 31 de marzo presentó a Andrés Fernando Sepúlveda Ardilla, un hacker colombiano que asegura que ayudó a Peña Nieto no solo a ganar la presidencia, sino el modus operandi que se ejecutó para lograr dicho objetivo y que de llegar a comprobarse sería totalmente ilegal.
Para ser conocido como el «hacker» de las campañas políticas en América Latina, Andrés tuvo que crecer en la pobreza de Bucaramanga a ocho horas de Bogotá, capital de Colombia, su mamá era secretaria y su papá activista, este último ayudaba a los agricultores para tener mejores cultivos de coca, debido a esto, toda la familia tuvo que huir de la zona. Posteriormente, sus papás se divorciaron y cuando tenía 15 años de edad y al no llevar buenas calificaciones en la escuela, se fue a vivir con su papá a Bogotá, es en este momento que Sepúlveda entra en contacto con su primer ordenador. Después se inscribió a la escuela donde aprendió de tecnología y códigos.
A inicios de 2005, empezó prácticamente su carrera en donde la mayoría de los trabajos que realizó fue desconfiguración de páginas web y desapareció los datos de los donantes y simpatizantes de algunas campañas políticas. Con el paso del tiempo, reunió a un equipo de investigación que le ayudó a espiar, rastrear e intervenir en las comunicaciones de campañas presidenciales, algunas de estas fueron en Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Venezuela y México.
La relación con México y Sepúlveda comenzó cuando Juan José Rendón, un asesor político con residencia en Miami, lo convenció de realizar trabajos para diversos candidatos a partir de 2008, pero Andrés no quería trabajar en México precisamente por lo peligroso que pudiera llegar a ser al involucrarse en el ámbito público. Sus ganancias en ese entonces rondaba entre doce mil y veinte mil dólares, unos ciento ochenta mil y trescientos mil pesos, dependiendo el paquete que le solicitaran los clientes.
Pero, al llegar la preparación de las elecciones para la renovación del poder ejecutivo federal en 2012, se involucró en la campaña presidencial del entonces candidato por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, hoy presidente de México y hasta el 2018. El artículo de Bloomberg Businessweek menciona que el monto económico que se le pagó a Andrés Sepúlveda para dicha campaña fue de seiscientos mil dólares, unos nueve millones de pesos. En palabras de Andrés fue el trabajo más complejo que le había tocado hacer hasta entonces pues robaron estrategias de campaña, manipularon las redes sociales donde crearon falsas oleadas de entusiasmo y burla e instalaron un software espía en la red de las oficinas de campaña contra los otros candidatos, Josefina Vázquez Mota, candidata del Partido Acción Nacional (PAN) y Andrés Manuel López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Sentado en una pequeña mesa de plástico en el patio exterior de la oficina del procurador general de Colombia, Sepúlveda menciona que «Mi trabajo consistía en hacer acciones de guerra sucia y las operaciones psicológicas, la propaganda negra, los rumores y el lado oscuro de la política que nade sabe que existe pero todo el mundo puede ver». Además reveló que creó un software de nombre medios de comunicación social Predator el cual gestiona y dirige un ejército de más de treinta mil cuentas falsas en Twitter. Lo que hace es cambiar nombres, fotos y biografías para adaptarse a cualquier situación, con lo anterior pudo manipular el debate público «Cuando me di cuenta de que la gente cree lo que Internet dice, más que realidad, descubrí que tenía poder de hacer creer casi cualquier cosa».
Andrés se rodeó de un equipo de aproximadamente seis hackers para realizar sus operaciones, lo más particular es que eran personas originarias de distintos países latinoamericanos, ya que sostiene que los brasileños, desarrollan el mejor software malicioso, los venezolanos y ecuatorianos son excelentes en sistemas de escaneo y software de vulnerabilidades, los argentinos son artistas en interceptar móviles y los mexicanos son piratas informáticos magistrales.
En las misma declaraciones, Sepúlveda dice que se gastó cincuetna mil dólares, unos setecientos cincuenta mil pesos en la compra de un software ruso de alta gama que de manera veloz, interceptaba celulares de Apple, Android y Black Berry. El día de la elecciones, el primero de julio de 2012, momentos antes de la medianoche, cuando se anunció el virtual triunfo de Peña Nieto para ser presidente de México, a una distancia de más de tres mil doscientos kilómetros en un departamento del barrio Chicó Navarra en Bogotá, Colombia, Andrés Sepúlveda, estaba desmantelando «la historia secreta de una de las campañas más sucias de América Latina en los últimos tiempos» en su palabras.
Como una especie de blindaje, Sepúlveda asegura en el artículo con el título «Cómo se hackea una elección», que muchos de los candidatos que ayudó podrían ni siquiera saber acerca de su papel, que en su corta carrera se reunió con muy pocos candidatos.
Las respuestas no se han hecho esperar y Jorge Carlos Ramírez Marín, vicecoordinador de la campaña de Peña Nieto dijo que de haberlo hecho, el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón los hubiera descubierto. Andrés Manuel López Obrador publicó en su cuenta de facebook que «De modo que no es ninguna novedad, aunque sea repugnante y malvado». Roberto Gil Zuarth, ahora presidente de la mesa directiva del Senado de la República, dijo que en su momento como coordinador de la campaña no advirtieron acciones de espionaje. Por su parte Gustavo Madero y Jesús Zambrano, entonces presidentes nacionales del PAN y PRD respectivamente, confesaron que sospechaban el espionaje.
Por su parte, el Gobierno de la República a través de un comunicado publicado el 31 de marzo de 2016, en donde los errores de comunicación se siguen haciendo evidentes, negaron cualquier relación con Andrés Sepúlveda y la contratación de Juan José Redón. Además se rechazó la utilización de las prácticas mencionadas en el artículo.
Hace un año, el 10 de abril de 2015, Andrés Sepúlveda fue condenado a diez años de prisión por interceptaciones ilegales en Colombia.