El legado de Moctezuma continúa. En el pasado, María del Carmen Enríquez de Luna y del Mazo, solicitó que se le regresara el título de Condesa de Miravalle, pues argumentó que al ser descendiente directa del emperador Moctezuma, conquistado en 1520 por el español Hernán Cortés, merecía seguir con el linaje y su familia debería seguir recibiendo la pensión compensatoria que hasta 1933 se le otorgaba. La solicitud de la tataranieta de Moctezuma II en 16ª generación fue autorizada y a partir del 2010 fue nombrada condesa, pero no se recuperó la “pensión de Moctezuma”.
En noviembre de 2014 murió la condesa a los 90 años de edad y tras el deceso, el Boletín Oficial del Estado emitió una solicitud de sucesión del condado de Miravalle, el cual no había sido reclamado por ninguno de los descendientes hasta ahora, que la primogénita de la condesa, Carmen Ruiz Enríquez de Luna, solicitó el título el cual recibirá en menos de dos meses si nadie se opone a que el ministro de Justicia le conceda a Enríquez de Luna el título de XIII condesa de Miravalle y emperatriz Moctezuma.
La “pensión de Moctezuma” no ha sido activada de nuevo, pero los descendientes del emperador han asegurado que no están interesados en el dinero sino en el reconocimiento, la hoy extinta condesa aseguró en su momento que buscaba “El honor de que se nos reconozca como legítimos depositarios de la voluntad de nuestros antepasados, de su linaje, de su sangre. De que se nos privó de un derecho de manera unilateral, antidemocrática, al que no hemos renunciado ni renunciaremos nunca. No perseguimos que México pague nada a los descendientes de Moctezuma, sólo que reconozca el derecho”. Antes de la suspensión de las pensiones los condes de Miravalle recibían un pago de 5.258.090 pesos oro al año. El «peso oro» en aquella época equivalía a 1,480 gramos de oro puro, (unas 270.622,73 onzas castellanas), que cotizadas al valor actual del mercado, equivaldría a una pensión de 107.209.000 euros anuales.
El Linaje
La sangre azteca corre por las venas de Maricarmen Enríquez de Luna y del Mazo; tiene cinco hijos y varios nietos. Pero también criolla y española. La sangre española que llevaba Pedro Gallego de Andrada, un sevillano enrolado en la conquista de Nueva España, pasó a mezclarse con la azteca en descendencia con Isabel de Moctezuma, hija del emperador azteca, a partir de ahí, sangre criolla (españoles nacidos en México) y española ha seguido mezclándose. «Mis antepasados vivieron durante algo más de tres siglos en México», recordó en su momento la XII Condesa de Miravalle, «dedicados a la milicia, la agricultura, a la explotación del negocio del azúcar, a la ganadería y también al desempeño de puestos en la administración colonial». Durante las once primeras generaciones, la estirpe de Moctezuma II a partir del primogénito de su hija Isabel exhibió el apellido Moctezuma en sus tarjetas de visita. Algunos de los nobles criollos eran liberales y apoyaron las oleadas revolucionarias iniciadas a partir de 1810, incluso se atrevieron a firmar el Acta de Independencia de 1821. No preveían que aquello iba a suponer su sentencia de muerte como grupo social reconocido, pues la república acarreó la supresión de los títulos nobiliarios. La nobleza de Nueva España, iniciada por Hernán Cortés, se diluía y pasaba a ser burguesía terrateniente. El golpe de gracia se lo dio el decreto de desvinculación publicado en 7 de agosto de 1823. Ahí comenzó la diáspora de las ramas de los Moctezuma-Miravalle. La mayoría de ellos siguió siendo un mexicano más, con mayor o menor poderío económico e influencia política. Otros, en cambio, como fue el caso de la rama primera que ostenta el título de Condado de Miravalle, pasó a España. El motivo no fue una huida o un exilio propiciado por la supresión de los privilegios de la nobleza colonial, sino una cuestión doméstica mucho más sencilla de explicar: María Mercedes Trebuesto Casasola, XIII descendiente de Moctezuma y VII Condesa de Miravalle se había casado en la catedral de México (23.X.1823) con el teniente coronel de los Reales Ejércitos españoles Lorenzo Serrano del Corte. Ella, la Condesa, se desplazó a España siguiéndolo en su nuevo destino; en España (Granada) vivió el matrimonio un tiempo. Pero siguieron percibiendo la «pensión Moctezuma», pues para esa época ya había sido registrada en el Gran Libro de la Deuda Pública de México con asiento número 174, dinero que se perdió en 1933 por decisión de la Secretaría de Hacienda.