Desde allí se gobernó al país durante más de 80 años, por lo que a continuación retomamos el reportaje que realizó el periodista Alberto Tavira para el sitio Animal Político en 2012. Hablar de Los Pinos no era hacer alusión simplemente a una casa. Al interior de este gran terreno, el cual estaba perfectamente amurallado y custodiado por decenas de militares, se encuentran una serie de estructuras residenciales y de oficinas que formaron parte del entorno del Jefe del Ejecutivo durante su administración.
Jardines, fuentes y lagos fueron testigos a lo largo de ocho décadas de importantes episodios de la historia de México. Cada pared y cada piso que conforman Los Pinos vieron pasar a catorce familias presidenciales que, además de su nombre y apellido, dejaron escritas un mar de historias.
Los orígenes de la Residencia Oficial
Luego de la Conquista de México por parte de los españoles, en el terreno que ahora ocupan Los Pinos se construyó hacia 1550 un trapiche donde se trituraba el trigo hasta convertirlo en harina. Debido a la importancia de su producción pertenecía a la Corona Española y por lo tanto este sitio fue nombrado como Molino del Rey.
Años más tarde, después de haber sido heredada de una generación a otra a través de los mayorazgos, la propiedad pasó a manos de José María Rincón Gallardo quien en 1853 vendió parte de los terrenos a un acaudalado doctor panameño llamado José Pablo Martínez del Río (1809-1882), quien construyó La Casa Grande. A decir del sitio oficial de Los Pinos (www.lospinos.gob.mx), el cual ya no está habilitado, “esa casa era tipo chalet estilo inglés con caminos franqueados por árboles. Al paso de los años, se logró transformar este lugar en una espléndida residencia con jardines, caballerizas, un estanque donde había diferentes especies de peces, además de majestuosos gansos”.
Según el libro Los Pinos: ésta es tu casa (publicado en 2002 por editorial Agueda para el presidente Vicente Fox) estos terrenos luego pasaron a manos de José Miguel Pacheco quien construyó un rancho al que nombró La Hormiga, “posiblemente porque se trataba de su propiedad más pequeña, donde pasaba temporadas de descanso”. Con el tiempo el predio rural se transformó en una magnífica residencia de verano, cercana al entonces pueblo de Tacubaya, donde la burguesía de la época comenzaba a levantar sus casas de campo.
La llegada de la clase política
Con la creación del Paseo de la Reforma que unía el Bosque y el Castillo de Chapultepec con el resto de la ciudad, el rancho La Hormiga quedó situado en un punto intermedio y, por lo tanto, estratégico para el gobierno que en esos años buscaba un inmueble cercano al Castillo –entonces residencia oficial del Presidente de la República– con el fin de que fuera ocupada por el miembro del gabinete de más confianza.
Esa ubicación fue lo que en 1916 llevó al entonces presidente Venustiano Carranza a expropiar las tierras del rancho a Nicolás Martínez del Río. “El gobierno tenía necesidad de tomar posesión del rancho de La Hormiga…”: fue el único argumento que se le ofreció al propietario, según se documenta en la Enciclopedia de México, t.III, p. 547.
El primer funcionario federal que habitó La Hormiga fue el general Álvaro Obregón, Secretario de Guerra y Marina en el gobierno carrancista. Más tarde vivió con su familia Plutarco Elías Calles, quien entonces ocupaba el cargo de Secretario de Gobernación.
Sin embargo, los afectados no se quedaron con los brazos cruzados. Los Martínez del Río interpusieron todos los recursos legales para recuperar lo suyo y, dos años después, en 1918, lograron que una autoridad judicial enajenara el predio. Los descendientes comenzaron sus pleitos intrafamiliares por lo que el asunto de la herencia se extendió hasta febrero de 1923 cuando, después de un juicio testamentario, el entonces presidente Álvaro Obregón autorizó la compra de la propiedad a la familia.
Para 1924 el general Manuel Pérez Treviño (Jefe del Estado Mayor Presidencial en el gobierno de Álvaro Obregón) y su familia fueron inquilinos del rancho, de ahí le siguió el general Joaquín Amaro Domínguez, de 1925 a 1929, quien fungía como Secretario de Guerra y Marina durante el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles. El sitio www.lospinos.gob.mx señalaba que mientras Amaro Domínguez fue habitante de La Hormiga “se construyeron las caballerizas, una alberca donde anteriormente había un estanque, los frontones y el stand de tiro. También ordenó la construcción de los campos de polo y del Campo Marte”.
Los presidentes sin castillo
Tras la llegada a la Presidencia de México del general Lázaro Cárdenas del Río (1 de diciembre de 1934), el uso que hasta entonces había tenido el rancho La Hormiga se transformó. El nuevo mandatario decidió no irse a vivir al Castillo de Chapultepec, como lo marcaba la tradición, pues consideraba que era un lugar demasiado ostentoso. Así que Cárdenas giró instrucciones a su equipo para que el recinto se convirtiera en un museo al que pudiera tener acceso la ciudadanía.
De inmediato, los secretarios del Presidente le ofrecieron diversas opciones de entre todas las propiedades que tenía el gobierno. “El tata” –como se le decía a Cárdenas del Río– eligió La Casa Grande del rancho La Hormiga, un lugar que le atrajo por su ubicación dentro del Bosque de Chapultepec.
Luego de ser reconstruído, pues prácticamente estaba abandonado, en 1935 el Presidente y su esposa, Amalia Solórzano de Cárdenas, llegaron a vivir al rancho y el General decidió cambiar el nombre del lugar por dos razones: la primera, porque consideraba que La Hormiga no era un nombre acorde para la residencia de un Presidente y, la segunda, porque le prometió a su mujer que cuando se convirtiera en mandatario, la casa que compartieran llevaría el nombre del lugar de la huerta de Tacámbaro, Michoacán, donde se conocieron. Fue como La Hormiga cedió el paso a uno de los nombres más emblemáticos del país: Los Pinos.
“La reparación de la casa fue costosa –dice el libro Los Pinos: ésta es tu casa– y señala que “además de la casa habitación (que lleva el nombre Lázaro Cárdenas), se instalaron oficinas situadas en la escuela de tiro; la alberca con baños y vestidores y el acceso a la casa por la calzada de Molino del Rey también fueron reconstruidos”.
Manuel Ávila Camacho (que gobernó de 1940 a 1946) fue el segundo presidente de la República que vivió en la nueva morada. Casado con Soledad Orozco y sin hijos, antes de instalarse en la Residencia Oficial, desde su casa particular en las Lomas de Chapultepec la pareja presidencial ordenó hacer algunas modificaciones para adaptarla a sus necesidades.
La influencia francesa
Cuando el presiente Miguel Alemán Valdés llegó a Los Pinos, en abril de 1946, decidió hacer un cambio radical al lugar donde dormiría con su esposa Beatriz Velazco y sus hijos. El Primer Mandatario comisionó al arquitecto Manuel Giraud Esteva para que iniciara el proyecto de una segunda casa dentro de la propiedad. El proyecto original fue modificado por el ingeniero Fernando Parra Hernández hasta dar paso a una mansión estilo francés de 5,700 metros cuadrados. Su distribución fue en tres niveles: en la parte superior se construyeron las habitaciones de la familia; en la planta principal se instalaron los salones oficiales y en el sótano, salas de juegos y fiestas.
En el texto de Víctor Hugo Rodríguez, publicado en Los Pinos: ésta es tu casa, se describe la decoración que eligieron los Alemán para su nuevo hogar: “Los muebles se buscaron entre lo mejor del estilo imperial afrancesado; otros se adquirieron en Querétaro y Guanajuato; algunos más se mandaron a hacer ex profeso en los estilos Luis XV y Luis XVI, entre ellos las cómodas de Boulle, las cuales fueron traídas de Francia; esculturas de bronce y mármol de Carrara, porcelanas de Sévres, de Meissen y de Limoges, candiles de cristal checoslovaco, así como piezas de talavera de Puebla y muebles tallados de marquetería fueron traídos a la casa presidencial”.
Pero la construcción y decoración de la nueva residencia –que lleva el nombre Casa Miguel Alemán– se llevó cinco años para ser concluida, por lo que la familia presidencial sólo pudo disfrutarla durante un año, hasta 1952, cuando finalizó ese sexenio.
Los habitantes de la Miguel Alemán
El presidente Adolfo Ruiz Cortines (Primer Mandatario de 1952 a 1958) tardó casi un año en mudarse a Los Pinos con su segunda esposa María de los Dolores Izaguirre. La leyenda cuenta que el político priista “siempre vio con animadversión” la Residencia Oficial, por lo que al llegar al territorio presidencial ordenó la construcción de una tercera casa, la cual actualmente lleva su nombre y alberga, entre otros espacios, el salón “Venustiano Carranza” utilizado para eventos, así como el salón “Los presidentes”, el cual cuenta con una galería de retratos de cada uno de los gobernantes que han habitado esa propiedad.
Los siguientes presidentes de México, provenientes del PRI, que se instalaron en Los Pinos regresaron con sus respectivas familias a habitar la Casa Miguel Alemán, donde cada uno hizo los cambios que consideraron pertinentes para “sentirse como en casa”. A excepción de Adolfo López Mateos (1958-1964) –quien nunca se mudó de su residencia particular en San Jerónimo–, Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), José López Portillo y Pacheco (1976-1982), Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) pasaron los días y las noches de sus sexenios en las antiguas tierras de La Hormiga.
El PRI y el PAN, juntos pero no revueltos
Con la llegada del Partido Acción Nacional (PAN) a la Presidencia de la República en 2000 hubo otro tipo de cambios en Los Pinos. El presidente Vicente Fox Quesada decidió que la Casa Miguel Alemán, donde por tradición habían vivido los presidentes priistas, era un espacio demasiado grande e innecesario para habitar con sus cuatro hijos y su esposa Marta Sahagún, por lo que ordenó que ahí se instalaran oficinas, entre ellas su despacho y sala de juntas. Mientras que como casa habitación Fox escogió una propiedad más pequeña, de las conocidas como “Las Cabañas”, también construidas al interior de la Residencia Oficial.
En el año 2006, cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa –también del PAN– llegó al poder, optó por seguir la línea de su antecesor y se fue a vivir a otra de “Las Cabañas” de Los Pinos. Actualmente en la Casa Miguel Alemán se encuentra el despacho del Presidente, El Salón Blanco (el principal de recepción), la biblioteca José Vasconcelos y un comedor con capacidad para 30 personas, entre otras oficinas.
El regreso del PRI
Con la llegada del presidente, Enrique Peña Nieto, se despertó el interés por saber si la nueva familia presidencial habitarían de nueva cuenta la Casa Miguel Alemán que por tradición habían ocupado la mayoría de los presidentes priistas de los últimos tiempos. Lo anterior se confirmó al momento que habilitaron siete recámaras en el segundo piso de la residencia para que fueran ocupadas por el presidente y su esposa Angélica Rivera, junto a sus seis hijos, Paulina, Nicole y Alejandro Peña Pretelini y, Sofía, Fernanda y Regina Castro Rivera. Sin embargo, Peña Nieto decidió utilizar la casa Lázaro Cárdenas para montar su despacho principal. Además, del lado de la avenida Parque Lira se construyó un edificio nuevo para las oficinas de las coordinaciones de apoyo de comunicación y estrategia digital del presidente.
https://www.youtube.com/watch?v=mgpj6qq1esE
¿El fin de Los Pinos como Residencia Oficial del Presidente de México?
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, la Residencia Oficial que durante 84 años albergó al jefe supremo de las Fuerzas Armadas, se convertirá en el «Centro Cultural Los Pinos», debido a que el exjefe de gobierno del entonces Distrito Federal, anunció que vivirá en su domicilio particular, despachará en Palacio Nacional y que las instalaciones de Los Pinos serían abiertas al público. Con la decisión anterior, solo existen dos posibilidades, que termine o tenga una pausa la historia de este lugar como casa del Presidente de México durante su mandato.